Investigaciones apuntan a que el fipronil, un pesticida vetado en Europa estaría acabando con cientos de abejas en Colombia
En los últimos años en el departamento del Quindío han desaparecido muchos enjambres de abejas, las cuales según investigaciones oficiales apuntan que el culpable es el fipronil, un pesticida altamente tóxico vetado en Europa y de uso restringido en países como Estados Unidos y China.
El apicultor y presidente de la Asociación Colombiana de Productores y Protectores de la Abejas, Faber Sabogal, señaló que la mortandad de abejas se presentó en apiarios ubicados en los municipios de Quimbaya y Montenegro, donde murieron aproximadamente 1.600.000 individuos.
“Lo más seguro es que sea fipronil porque fue un envenenamiento total y en realidad cada vez que se presenta un caso tan fuerte como este se llega a la conclusión que es esa sustancia”, expresó Sabogal.
¿Por qué son importantes las abejas?
El pesticida es altamente tóxico para las abejas. Su uso en cultivos de maíz y girasol que normalmente atrae a estos animales fue prohibido en 2013 por la Unión Europea (UE), que también decidió no renovar las licencias para su empleo en otras plantaciones.
“Los agentes que matan las abejas, como el fipronil, aún no están regulados y no existe una prohibición directa de ninguna autoridad en este momento y no hay cómo detener la problemática”, dijo Sabogal.
La asociación de apicultores (Asoproabejas) aseguran que la perdida va más a la de su industria teniendo en cuenta que las abejas son un polinizador esencial para la producción de muchas plantas silvestres y de un tercio de las cosechas agrícolas.
Denuncian envenenamiento masivo de abejas en Quindío
El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) fue notificado en el 2020 por los apicultores de 256 envenenamientos en colmenas solo en Quindío donde diez millones de abejas murieron.
Las investigaciones “han arrojado que la molécula fipronil es una de las causantes de la mortalidad”, detalla Jorge García, gerente regional del ICA, a la AFP.
García envío una «alerta» a las oficinas del ICA en Bogotá y en la actualidad el instituto trabaja en una normativa para «la suspensión de la molécula». Mientras, el pesticida se sigue comercializando.