A través de un reportaje se denunciaron los hechos que habrían ocurrido entre 2013 y 2019

La revista mexicana Volcánicas recolectó testimonios de ocho mujeres que aseguran ser víctimas de violencia sexual por parte de Ciro Guerra, reconocido director de cine. Al parecer, los hechos habrían ocurrido en el Festival de Cine de Cannes, el Colombian Film Festival y el Festival Internacional de Cine de Cartagena, entre otros.

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En el artículo, las periodistas Catalina Ruiz-Navarro y Matilde de los Milagros Londoño publicaron presuntos chats de respaldo entre Guerra y las víctimas para demostrar las «incómodas conversaciones de índole sexual».

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Las denunciantes de Ciro Guerra, que prefirieron ocultar sus nombres por seguridad, indicaron que el cineasta se valía de su posición para realizar peticiones obscenas e insistir en que si no accedían se verían afectadas de forma profesional.

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En el texto se aclara que «las denunciantes no tienen la intención de hacer una denuncia penal, porque no quieren pasar por un proceso de revictimización en manos del sistema de justicia, ni por el cuestionamiento ni el escarnio público».

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Además se explica la razón por la que las presuntas víctimas habrían hablado en el medio sobre Ciro Guerra: «es una forma de recobrar agencia sobre lo ocurrido y de alertar sobre la grave normalización de la violencia sexual en el gremio audiovisual colombiano, que entorpece el desarrollo profesional de las mujeres y las afecta física y emocionalmente».

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Ciro y yo trabajamos en el mismo gremio. Nos cruzamos en un evento y él empezó a escribirme para que nos viéramos. Yo no quería, pero pensaba: “Es Ciro, tengo que tener una buena relación con él, es un man demasiado poderoso”. Me dijo que si nos veíamos en un bar y a mí me daba mucha jartera pero pensé: “Hay que cultivar esa relación laboral”. 

Finalmente quedamos de vernos el 13 de noviembre de 2019. Salí de la casa como a las 9:15 p. m., porque Héctor, mi pareja, tenía que ir a recoger a una amiga suya al aeropuerto. Ciro me dijo que nos viéramos en su casa y yo le dije que sí. Llegué allá al edificio del man y estuve hablando todo el tiempo con Héctor, sentía que algo estaba mal, estaba como estresada, pero también pensaba en que soy una mujer fuerte y que no iba a pasar nada.

A las 9:47 p. m., le mandé un mensaje de voz a Héctor diciendo: “Tengo un poquito de estrés, siento que me estoy metiendo en la boca del lobo”, y me respondió: “No te preocupés, yo lo conozco, no va a pasar nada, pero estoy acá pendiente y si pasa algo me avisas”.

Llegué a la casa de Ciro y él se estaba tomando un trago de no sé qué; yo le dije que OK, que me sirviera uno, pero no me lo tomé, porque no quería estar tomada sola con él. Me acuerdo de que la casa del man es pequeñita: tiene una silla y enfrente un sofá, él se sentó en la silla y yo en el sofá, y pensé “qué bien que está sentado al frente y no al lado”.

Me dijo que tenía unos sobres de cosas de los Oscar que me iba a mostrar. Cuando se agachó a mirar el computador se le bajó el jean, y yo me di cuenta de que no tenía boxers ni nada. 

Yo no me daba cuenta de lo grave que era lo que estaba pasando y él me iba intimidando con sus palabras y también físicamente. Desde que llegué y me mostró las cosas creo que habían pasado 45 minutos y ahí fue cuando la cosa se empezó a poner muy fea. Él se paraba mucho, iba y venía como al baño, y la última vez que se paró y volvió se me botó encima. 

Lea este y los demás relatos en el artículo oficial de la revista.