Por: Observador24

Hace un tiempo me encontré con un conocido y, en medio de la conversación, me contó que había comprado un camión para trabajar como transportador de mercancías en un pueblo cercano a Bogotá. Me habló de la marca, las cualidades del vehículo y el precio favorable para poder devengar su sustento y las cuotas del leasing que tomó para pagar la totalidad del camioncito chino.

Luego de escuchar proactivo, recomendé el mismo camión para un carro valla o vehículo de hacer publicidad por los barrios de la ciudad para una empresa de comunicaciones allegada.

Por cosas de la vida, y el boom de este dragón asiático, he viajado en dos oportunidades a China para asistir a sus ferias y principales centros de negocios como son Guangzhou, Shanghai y su capital Beijin o Pekín.

El gigante asiático

De China con amor

Hay que decirlo, muchos aspectos en ese país son deslumbrantes, pero, de lo que se puede percibir, me quedan algunas cosas. Como que allá no funciona el WhatsApp, Facebook o las redes sociales a las que estamos acostumbrados en Latinoamérica.

Allá el rey es WeChat y para hacer uso de nuestras redes debemos estar conectados a través de VPN, que es como hacerle trampa al Internet y mostrar como si nos conectáramos desde otro país. Eso hasta que los servidores del Gobierno detectan el truco y hay que buscar otra VPN. Todo es porque nada pasa en ese país sin que el Gobierno lo vigile, es el gran hermano que controla a sus ciudadanos y pretende hacer lo mismo con el resto del mundo.

Autopistas, grandes edificios, obras, muchos centros comerciales y electrónica con miles de millones de yuanes o dólares invertidos para competir y ser la potencia número uno en el mundo.

Política

En China se puede ser muy rico, pero no puedes pensar diferente al partido comunista, un solo partido, una sola doctrina, una única estructura de poder. Hay que ver lo que les pasó a los estudiantes que pedían democracia en la plaza Tiananmén en 1989, los dispersaron a bala y fue una gran masacre. También es lo que pretenden hacer con los jóvenes de Hong Kong que piden democracia y libertades diferentes al férreo dominio de China continental.

El dragón rojo va por el mundo con cara de yo no fui, impregnando su tecnología, como la gran batalla por las redes de 5G para la nueva telefonía celular, diplomacia de créditos, ayudas e infraestructura subsidiada por el gobierno para implantar su dominio e influencia, en especial en África y Latinoamérica, sin rubor alguno por apoyar a fondo dictaduras como las de Nicolás Maduro en Venezuela, los Castro en Cuba, el Sátrapa de Daniel Ortega en Nicaragua o su criminal vecino Kim Jong Un de Corea del Norte, para citar solo algunos.

Colombia y China

Da tristeza que Colombia entró en el juego de preferir lo barato a lo bueno y se rindió a los pies de la chequera china para contratarles el metro de Bogotá. Con el agravante que tendremos a un contingente de ciudadanos chinos trabajando e instalándose en la capital, para sumarse a la buena cantidad que ya tenemos en el comercio de San Victorino y agazapados se quieren quedar con ese negocio en las ciudades de Colombia, como se quedaron con todas las tiendas de barrio en España.

Es inaudito que ahora todo sea chino, hasta las enfermedades nos llegan de allá, ya es hora de apreciar lo propio, incluido nuestro sistema democrático con todas las fallas que tenga, es mil veces mejor.

De China con amor

Estamos condenados a seguir comprando objetos chinos porque ya tienen mucha fuerza en las manufacturas del mundo, pero la crisis del Covid-19 o virus chino como lo llama Trump nos mostró que debemos abrir los ojos y apoyar la industria nacional frente a una opción China. Preferir la alternativa nacional, aunque sea un poco más costosa, nuestras generaciones futuras lo agradecerán.

De mis viajes a China también aprendí que al comprar se puede pedir rebaja, ellos te la dan, pero le empacan un producto dañado o defectuoso. Son tramposos por naturaleza. Se muestran los mas serviles y atentos, pero te dan la puñalada por la espalda y al final, te roban.

Sobre el camioncito de mi amigo, luego me contó que perdió la plata y quebró en su emprendimiento, porque se dañó el motor al poco tiempo. No le respondieron en la marca, y a mi penosa recomendación en la empresa amiga, le pasó igual con el camión JAC que compró para cargar una valla publicitaria: el turbo y el motor no sirvieron, los tuvieron que cambiar por repuestos de marcas tradicionales y hacer injertos para medio salvar la inversión.

PD: Si desean conocer estafas de verdad, ya no de incautos que compran carros chinos de mala calidad, les recomiendo The China Hustle para ver desfalcos de billones, está disponible en Netflix. Agradezco sus comentarios.

De China con amor

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