La mayoría suelen sentir pena o vergüenza al hablar de los síntomas que las aquejan a causa de la incontinencia
Sentía pavor cada vez que se montaba a su carro. Ella vivía en Chía y le esperaban, en el mejor de los casos, 70 minutos hasta su lugar de trabajo en medio de trancones insoportables. Sin embargo, no era el tráfico lo que le generaba tanta angustia. Era su incontinencia, cada vez más grave.
Al principio intentó resolverlo con control mental, pero fue inútil. Luego recurrió a pañales, que resolvían en parte el problema, pero no la sensación de incomodidad y pena consigo misma. Sin embargo, no quería consultar con nadie porque se sentía acomplejada, siendo una mujer joven.
María, de 50 años, vivía un drama aún peor. De un momento a otro, cuando sostenía relaciones íntimas con su esposo, comenzó a experimentar incontinencia y no podía controlar sus ganas, generando un momento muy incómodo para ambos. Para evitar que nadie supiera, prefirió guardar silencio y alejarse sexualmente de su marido.
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Esos son solo dos casos de las decenas que recibe a diario María Juliana Arcila, uróloga especializada en trastornos del piso pélvico, quien afirma que estos problemas tienen un gran impacto en la calidad de vida y generan problemas en ánimo y en la autoestima de las mujeres.
En muchos casos, esto implica un impacto negativo inclusive en la vida sexual, ya que disminuye el interés; el 61 por ciento oculta estos síntomas a su pareja.
“Una de las mayores dificultades con estas patologías es que a las personas les da vergüenza contar lo que padecen a diario y así buscar una solución médica integral”, explica Arcila, quien tiene una subespecialidad en Urología Funcional de la Universidad de Nueva York y un magíster en Quality Improvement (mejoramiento de calidad) de la Universidad de Georgetown.
Y agrega que la solución a un trastorno de piso pélvico no pasa solo por el tratamiento físico; también es esencial e importante integrar la mente y el corazón:
“Hay que fortalecer la confianza para superar el pudor, los músculos para retomar el control de nuestro cuerpo, y la mente para volver a vivir con tranquilidad”, insiste la experta.
Una de cada tres mujeres –es decir, más de mil millones en el mundo– experimentará algún trastorno de piso pélvico a lo largo de su vida. Aunque es menos frecuente en los hombres, también pueden experimentar síntomas como incontinencia o disfunción sexual, asociadas con problemas de piso pélvico.
Por fortuna, hoy en día la medicina tiene muchos tratamientos para resolver el problema que incluyen una innovadora silla de terapia electromagnética, para quienes busquen una opción no invasiva pero efectiva para la incontinencia. Tratamiento de láser vaginal, para solucionar los problemas relacionados con la actividad sexual. Además de inyecciones y medicamentos especializados. Finalmente, hay condiciones específicas que exigen un tratamiento quirúrgico.
Así puedes reducir el estrés y la ansiedad
Lo importante es dejar la pena y hablarlo con tranquilidad con su ginecólogo o urólogo (los especialistas que tratan este tipo de problemas de salud). La buena noticia es que son muchos los casos de personas que se han tratado la incontinencia resuelven del todo este incómodo problema, lo cual implica recuperar la confianza en su propio cuerpo.
Piso pélvico
El piso pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que forman una especie de hamaca que cierra la parte inferior de la cavidad abdominal. Sostiene los intestinos y la vejiga, y, en el caso de las mujeres, el útero. Por eso, cuando se debilita o sufre algún daño surgen trastornos como la incontinencia urinaria, la fecal o problemas de índole sexual.