«Hoy aquí, con humildad y respeto, he venido a reconocer nuestras responsabilidades (…) reconocer este pasado es, también y ante todo, continuar la labor de la justicia»
Desde la capital de Ruanda, Kigali, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, reconoció este jueves que su país permitió «durante demasiado tiempo que el silencio prevaleciera sobre el examen de la verdad», admitiendo así la «omisión» aunque no la «complicidad» en el genocidio de Ruanda.
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Un genocidio es imperdonable
«Solo aquellos que cruzaron la noche pueden quizás perdonar, darnos el regalo del perdón», rogó el Jefe de Estado galo durante su visita oficial al pequeño y golpeado país africano y anunciando además el «paso final en la normalización de las relaciones» entre ambas naciones, solo después de 25 años de tensiones por la tragedia que dejó alrededor de 800.000 personas muertas, en su mayoría tutsis en 1994.
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«Hoy aquí, con humildad y respeto, he venido a reconocer nuestras responsabilidades (…) reconocer este pasado es, también y ante todo, continuar la labor de la justicia. Comprometiéndonos a garantizar que ningún sospechoso de crímenes de genocidio pueda escapar al trabajo de los jueces», dijo el Presidente de Francia ante medio mundo que esperaba este discurso.
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Un informe publicado en marzo de este año por diversos y reconocidos historiadores, encabezados por Vincent Duclert, concluyó que Francia tenía «responsabilidades pesadas y abrumadoras» en el genocidio de Ruanda, y que el para entonces presidente socialista galo, François Mitterrand, así como su gabinete ministerial estaban «cegados» ante su racismo, compartido por el régimen hutu que gobernaba desde Kigali y que era apoyada irrestrictamente desde París.
