«Si son capaces de hacerle eso a Messi, que es la mayor gloria del futbol mundial, ¿qué no son capaces de hacer con cualquier otro futbolista o cualquier otra persona?»
El dictador genocida de Venezuela, Nicolás Maduro, encontró el tiempo en medio de la crisis más brutal que vive el país desde la Guerra Federal, para hablar sobre la salida de Lionel Messi del Barcelona, lo que seguro vio por televisión mientras el 90 % de los venezolanos que aún residen en su nación no pueden pasar dos horas con luz en sus hogares.
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Con la indolencia que solo similares a Mugabe y Hussein pueden igualar, en su campaña de aparentar normalidad y celebrando en cadena de radio y televisión los logros de los atletas olímpicos vinotinto en Tokio, aseguró haber llorado cuando vio al argentino despedirse del club que fue su casa por más de 20 años.
«Feo lo que le hicieron a Messi. Yo lloré con él. Cuando lo vi llorando lloré porque es un muchacho bueno, auténtico, una gran gloria deportiva del mundo», afirmó Maduro, ignorando a Eldric Sella, boxeador venezolano que fue a Tokio, perdió, se quedó sin hogar, fue despreciado por su ‘canciller’ y no fue sino gracias al Gobierno de Uruguay que pudo hallar asilo.
«Estamos felices porque lo vimos llegar a Paris. Estoy seguro que Messi se va a sacar la espina y va a ser campeón de campeones en su nuevo equipo PSG (…) Desde Venezuela un plauso a Messi», manifestó Maduro.
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Y finalizó su lamentable puesta en escena así. «Si son capaces de hacerle eso a Messi, que es la mayor gloria del futbol mundial, ¿qué no son capaces de hacer con cualquier otro futbolista o cualquier otra persona?, lo utilizan, se hacen multimillonarios, hacen campaña durante años y después le dan una patada», afirmó con el cinismo más descarado posible.