Por: Esteban Jaramillo Osorio

El camino «entre el placer y el deber»

Veo al Leeds de Inglaterra celebrando con Marcelo Bielsa el retorno a primera división. Recorro de nuevo sus métodos, que son inspiración para muchos entrenadores del mundo admirados por su franqueza, sus conocimientos y la paciencia para desarrollar sus proyectos, los que no pasan solo por cumplir y cobrar.

Para él, el trabajo, las convicciones, los futbolistas y el juego limpio, son prioridad. Recuerdo que en marzo del año pasado cuando peleaba el ascenso, en medio de una agitada polémica, ordenó a sus jugadores facilitar un gol en contra, luego de conseguir uno a favor, con trampa. Postergó, por principios éticos, su sueño. Su rival, Aston Villa, retornó a primera y él y su equipo, averiados quedaron en la vía. Eliminados.

¡Hola fútbol!

Limitado en sus nóminas, acostumbrado a optimizar sus jugadores, entre ellos el colombiano Iván Poveda, de elogios cruzados con otros entrenadores famosos, como Guardiola, que lo considera el mejor del mundo, y, J. C. Osorio, que lo califica como su tutor, su amigo y su confidente, Bielsa gana a pulso lo que proyecta.

En otro sentido va el director técnico de la selección Colombia, Carlos Queiroz. En Pandemia y después de ocho meses del último partido, en noviembre pasado, su aporte al fútbol nacional ha sido mínimo. De la selección ni pista hay.

La Selección del 90, la mejor que vi

Mundo inquieto el de Bielsa, el que rescata los valores del buen juego, el ataque consistente, el trato exquisito a la pelota, el respeto al espectáculo y al hincha, por encima del resultado puro.

«El loco», o «vendedor de humo», le dicen, por ser defensor a ultranza del fútbol ofensivo y sus protagonistas.


NOTA AL MÁRGEN. Celebro la bendición de haber podido dialogar con él, en el pasado, para profundizar en su elogiado credo.
EJO