El colapso de ingresos familiares por la pandemia dispara la amenaza de hambre y desnutrición
Los precios mundiales de los alimentos alcanzaron sus niveles más altos en una década, en mayo anterior, y desde entonces, la tendencia persiste. La escalada de los precios de los alimentos, junto con el colapso de los ingresos familiares producto de la pandemia, ha precipitado los efectos del hambre a nivel global.
Así lo reveló el último informe de World Vision, Price Shocks, que investiga cómo el aumento de los precios de los alimentos es un factor clave en el incremento de los niveles de hambre y malnutrición en el mundo.
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El reporte señala que, desde que se declaró la pandemia, el aumento de los precios de los alimentos, junto con la pérdida de puestos de trabajo y la interrupción de los servicios de nutrición, ha generado una crisis mundial de hambre. Como consecuencia, se indica que, cada día mueren más personas a causa del hambre que por el Covid-19.
Para Latinoamérica y el Caribe el aumento del hambre se traduce en un incremento de la inseguridad alimentaria moderada o grave, que pasó a 40,4% de la población en 2020, 6,5 puntos porcentuales más que en 2019. Esto significa que 44 millones de personas adicionales sufren inseguridad alimentaria moderada o grave en la región, y 21 millones pasaron a sufrir inseguridad alimentaria grave.
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Este 2021, el deterioro de las condiciones de vida de las familias y las dificultades de acceso a los alimentos ha puesto a países como Guatemala, Honduras y Nicaragua, además de Colombia y Haití, en el radar del hambre, según la FAO. En Centroamérica se estima que 3,5 millones de personas requieren asistencia alimentaria urgente, según OCHA.
El aumento de los precios y la disminución de los ingresos desde el comienzo de la pandemia han puesto a los alimentos saludables fuera del alcance de unos tres mil millones de personas.
Andrew Morley, Presidente de World Vision International, afirma que «el aumento de los precios de los alimentos pone en peligro la vida de los niños más vulnerables, cuyas familias ya no pueden permitirse poner una comida básica en la mesa. Es desgarrador que casi 14 millones de niños más puedan sufrir emaciación o desnutrición aguda».
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